«La arquitectura debe pertenecer al entorno donde va a situarse y adornar el paisaje en vez de desgraciarlo».
Frank Lloyd Wright – Arquitecto
La huerta de Valencia y de los pueblos que lo rodean, como Alboraia, es uno de los espacios más interesantes desde el punto de vista de la soberanía alimentaria y conforma un espacio que ha sido declarado SIPAM, espacio agrícola protegido declarado por la FAO. La huerta que rodea y envuelve la ciudad de Valencia fue unas de las razones para la designación de Valencia como European Green Capital 2024 y es que no podemos hablar de arquitectura tradicional y de nuestro proyecto sin antes presentar en que ámbito se asienta el edificio objeto de nuestro proyecto y obra.
Esta Alquería, denominación tradicional de las casas de la huerta se encuentra en un cruce de caminos, por donde discurría la antigua via augusta que vertebraba la costa mediterránea desde la época de los romanos. Este edificio conforma un hito desde el cual se puede percibir la huerta que rodea a la ciudad de Valencia y además desde la terraza de este edificio es visible l’Espai verd, edificio emblemático en Valencia por aunar la sostenibilidad y ser otro hito arquitectónico de la ciudad de Valencia.
Históricamente las viviendas en la huerta han estado carentes en muchas ocasiones de las mismas condiciones de salubridad que cualquier vivienda, pero sin embargo se encuentran enclavadas en espacios muy interesantes desde el punto de vista de medioambiental, paisajístico y sociocultural. Esta simbiosis entre espacio agroeconómico y espacio habitado de forma puntual, genera un paisaje muy característico y en cierta medida contrapuesto a la ciudad que la circunda.
La huerta o l’horta de València, ha sido históricamente la proveedora de recursos así como productos de primera necesidad de la ciudad de Valencia, esta capacidad de proporcionar recursos agroalimentarios y de servicios de distinta índole, proporcionados de forma histórica no ha estado (ni está) exento de ciertas tensiones por dificultad en muchas ocasiones aunar la ciudad con la agricultura, con sus distintos tempos. Sin embargo, no se puede entender Valencia sin su huerta, y la de todos los pueblos que la circundan.
Durante los inicios de diseño del proyecto los promotores transmiten unas necesidades específicas compatibles con las necesidades de una vivienda contemporánea, a pesar que el punto de partida era más bien contrapuesto a lo que podría entenderse como un espacio habitable. Este edificio, originariamente una vivienda de agricultores de principios de siglo XX, había devenido tras el abandono como uso de vivienda, en múltiples usos que habían ido desfigurando y trastocando la morfología original del edificio, conformando una mezcla de sistemas constructivos de muy difícil encaje en una vivienda contemporánea. Si que nos ofrecía una posibilidad, que fue el leitmotiv del proyecto y finalmente de la casa, que era diseñar un espacio que permitiera disfrutar de la huerta y su paisaje desde el interior de la vivienda, que fuera un elemento más de la propia casa.
En muchas ocasiones la forma de vida de la huerta ha sido fruto de la precariedad y de la pobreza, alejada de la visión idílica de la huerta como espacio de felicidad estando más próximo a las novelas de Blasco Ibáñez que a la de jardín del edén. Pero solo se puede recuperar la huerta, si además se recupera como espacio habitable, sin prescindir de las comodidades que pueden existir en la forma de vida contemporánea. La vivienda posee algunos estándares de confort y calidad que son equiparables a los de cualquier vivienda, como calefacción con sistema de suelo radiante, climatización por conductos y todo ello generado con un sistema de aerotermia. La iluminación natural interior se complementa con la disposición de tubos solares que permite la entrada de luz natural en la zona central del espacio del salón comedor, para permitir aumentar los niveles de iluminación natural si fuera necesario.
Para nosotros, la Sostenibilidad es una premisa fundamental en el proyecto y estando ubicado en la contexto donde los recursos hídricos son fuente de vida y riqueza, el tratamiento y reutilización de las aguas pluviales para el riego en la propia parcela, son un factor que reduce el impacto de la vivienda en el contexto y paisaje donde se encuentra ubicada la Alquería.
La huerta es un espacio que posee una pluviometría elevada, sobretodo en los episodios de mayor intensidad cuando los vientos de levante aportan mayor humedad y posibilidad de precipitaciones. Estas intensidades de lluvia en muchas ocasiones generan inundaciones cuando los terrenos plásticos, como las arcillas, colmatan y generan escorrentías que pueden causar graves daños. Para ello es fundamental establecer sistemas que permitan drenar los terrenos de forma natural, sin mecanismos ni sistemas de bombeo que puedan en un momento extraordinario verse comprometidos. Conocedores de esta problemática, decidimos implantar en la parcela destinada a uso agrícola circundante, un Sistema de drenaje sostenible – SUDS que permite que el drenaje de forma natural de la parcela, en el caso de lluvias continuadas y cuantiosas que puedan poner en grave peligro de inundación al interior de la vivienda. Este sistema SUDS completamente enterrado y confeccionado con materiales naturales, generan un drenaje natural de la parcela que permite recargar los acuíferos y mantener condiciones más favorables al subsuelo, reduciendo de ese modo las aguas por escorrentía superficiales que generan graves problemas en episodios cada vez más frecuentes por el cambio climático, de una elevada intensidad pluviométrica en un corto espacio de tiempo.
Los propietarios de la vivienda, expresaron desde un primer momento, y esa fue una de las razones para tomar la decisión de vivir en la huerta, el deseo de cultivar y producción agrícola para autoconsumo de la propia vivienda, lo que le confiere a este tipo de edificios vinculados a las parcelas anexas de una autonomía destacable desde varios puntos de vista.
La Alquería que hemos proyectado y dirigida su ejecución se transforma completamente, conformando un espacio contemporáneo diáfano, exento y polivalente. Su singular volumetría es la original del edificio existente en el emplazamiento, permaneciendo inalterada la huella y la volumetría del edificio original, condición exigida por la rígida normativa urbanística vigente en el ámbito de la huerta en el municipio donde se ubica, lo que le confiere una complejidad añadida a la de actuar en un ámbito protegido paisajísticamente.
Con nuestra actuación hemos pretendido que sea una edificación completamente integrada con la tipología específica de las edificaciones tradicionales de la huerta, introduciendo un orden y armonización en la composición de los huecos, y los espacios como respuesta moderna al desorden en el edificio y que empeoraban la percepción paisajística de la huerta y del propio edificio.
Generamos un gran y continuo espacio interior diáfano que conecta física y visualmente con el exterior y las vistas de los campos de huerta circundantes, perceptible desde el interior de la vivienda, dicha percepción exterior desde el interior incluye las cubiertas inclinadas de teja árabe curva. Para ello escogimos el modelo de teja envejecida, con un acabado muy similar a la de las cubiertas de las edificaciones existentes, generando de ese modo una integración de la rehabilitación en el contexto paisajístico. La cerámica es pieza fundamental de forma histórica en la arquitectura tradicional de la huerta de Valencia. Desde el interior de la casa a través de la ventana horizontal que se ubica en la comedor de la casa es visible el tejado, estableciendo ese nexo de unión entre el interior y el exterior, la teja como otro elemento en el interior de la vivienda, este juego espacial y visual le aporta una gran riqueza al espacio más representativo de la vivienda.