Vivir en la huerta supone un cambio de vida en las personas que deciden vivir, por su propia idiosincrasia y por la tipología de espacios que se generan vinculados a la agricultura. Esta situación deseada por los clientes que supone en muchas ocasiones como es el caso, una adaptación de los espacios de las viviendas tradicionales, buscando siempre Potenciar la conexión con la huerta del edificio, la huerta forma parte como un elemento más de la vivienda. Sin olvidar que la huerta es un espacio natural y económico que proporciona soporte a distintos tipos de actividades
La huerta que circunda la ciudad de Valencia se encuentra además sometida a fuertes presiones urbanísticas sobre la huerta, entendiendo el crecimiento de la ciudad como un consumo de territorio que poco a poco va diluyendo la influencia de una forma de vida vinculada a la tierra y a los ciclos naturales.
Esta dinámica genera en muchas ocasiones espacios degradados resultado de la decadencia en la actividad productiva agrícola, y de la ocupación de algunas viviendas que acaba degradándolas aceleradamente. Además hay que incidir en la Presencia de usos que perjudicaron, externalizando la gran urbe actividades que no podían insertarse en el interior de la ciudad, y que primaban la proximidad a la ciudad, asi como las intervenciones poco afortunadas, y realizadas desde un punto de vista economicista que genera problemáticas de conservación y de falta de integración paisajística.
Es un paisaje cambiante, conforme van intercambiándose las cosechas y los ciclos cultivos, generando el arado de los campos formas geométricas muy potentes que crean perspectivas donde la arquitectura salpica estas formas. Es un paisaje único que surge del trabajo diario, constante y respetuoso con el medio.